En el momento en que decidimos adoptar a un perro debemos tener en cuenta que no sabemos absolutamente nada de su pasado ni de sus vivencias. Esto siempre supondrá un esfuerzo por parte del animal para adaptarse a su nuevo entorno, y nos exigirá a nosotros, como su nueva familia, un trabajo extra para que su aclimatación en casa sea satisfactoria para nosotros y para nuestro nuevo compañero o compañera.

Al adoptar, recomiendo enormemente visitar los centros —protectoras, perreras— junto a un profesional — aquí nos tienes también para esto, ¡no lo olvides!— que nos asesore en cuanto al tipo de perro que es ideal para nosotros, teniendo en cuenta nuestro estilo de vida, el tiempo del que disponemos a diario, si nuestra rutina es más activa o un poco menos dinámica…

¡Ya he encontrado al perro perfecto para mí!

Cuando ya hemos tomado la decisión, debemos asegurarnos de que el centro siga los protocolos establecidos por ley y nos haga entrega de la documentación siguiente:

  1. Su cartilla correspondiente, donde se indica la fecha de vacunación y desparasitación interna/externa
  2. Identificación y documentación mediante el microchip, que ya habrá sido actualizado con tus datos como propietario/a
  3. Por ley, el animal saldrá de la protectora o la perrera esterilizado/a y con la documentación que lo acredite

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A partir de este momento, debemos ser responsables de seguir el calendario de vacunación y desparasitación. En caso de querer adoptar un (mal llamado) Perro Potencialmente Peligroso (PPP) debemos ser conscientes de que se nos exige una licencia (1) y un seguro de responsabilidad civil (2) para su tenencia, y que el perro deberá pasear por espacios públicos con un bozal.

Ahora sí: llegada del perro adoptado al hogar

El momento en que llegamos a casa sentiremos una gran alegría, pero también una gran responsabilidad. Ante todo, tengamos en cuenta que nuestro nuevo compañero puede sentirse nervioso, estresado o desorientado (es absolutamente normal). Para él, es un gran cambio y nosotros debemos facilitar su llegada al nuevo hogar, permitiéndole que reconozca su nuevo entorno con calma y sin prisas, su nueva familia y los espacios por lo que va a pasear a diario.

Puede que las dos primeras semanas veas al perro distante o tímido mientras se adapta. La mayoría de los perros tardan un máximo de quince días en adaptarse y empezar a disfrutar de su nueva vida: ¡ponte en su lugar! Imagina la cantidad de cambios que se le vienen encima…

Estas dos primeras semanas de adaptación:

  • Prestaremos mucha atención a sus reacciones ante distintos estímulos (animales, objetos de la casa, ruidos, golpes y caídas de cualquier otro objeto, bicicletas, coches, paraguas, escobas u otros perros. Esto nos permitirá ver si nuestro compañero presenta miedos, ansiedad, reactividad o algún otro problema.
  • En los primeros días en casa, es importante también reunirse toda la familia para establecer rutinas, horarios para la comida, los paseos y el juego, sitios en los que puede estar y descansar. Saber qué toca en cada momento le aporta al perro seguridad y tranquilidad.
  • Pasaremos tiempo de calidad con él o ella, intentando cubrir todas sus necesidades creando un vínculo sano a través del juego estructurado, respetando sus momentos de descanso y alimentación.
  • Si algo nos inquieta o nos preocupa, podemos llamar a un profesional que nos ayude a gestionar ese problema que hemos detectado y llevarlo de la mejor manera posible.

Solo en casa

Sabemos que en los primeros días todo girara entorno a nuestro nuevo compañero, pero, más temprano que tarde, debemos volver a las rutinas humanas (cole de los niños, trabajos y distintas tareas de nuestro día a día), intentando involucrar al perro en todas las actividades diarias, pero asumiendo que no siempre es posible, e, inevitablemente, existirán momentos en los que nuestro compañero deberá quedarse solo en casa.

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Aquí llegan nuestros miedos: ¿se pondrá nervioso?, ¿ladrará mucho?, ¿se comerá el sofá entero? Para estos momentos de soledad, es importante disponer de juguetes (Kong, Lickimat, etcétera) que nos permitan enriquecer el ambiente, intentando que el perro se distraiga y relaje durante nuestra ausencia.

El uso del transportín mediante una buena habituación nos puede ser también de gran ayuda para que nuestro perro esté tranquilo mientras realizamos nuestras tareas (en próximos artículos hablaremos sobre la importancia y correcta habituación al transportín).

Por último, no quería dejar de felicitar tu generosidad por querer compartir tu vida con una mascota: nos aportan alegría, diversión, nos relajan y nos permiten desconectar de esos días malos que todos tenemos en algún momento. Recuerda que, lamentablemente, viven mucho menos tiempo que nosotros y nos dan todo a cambio de muy poco, por lo que debemos respetarlos y cubrir sus necesidades, siendo conscientes de que es un miembro más de nuestra familia.